Hay una canción que se llama “Stairway to heaven” (Escaleras al paraiso, mas o menos).
Lo cual me lleva a una tangente, que a su vez, es un recuerdo. (Que a su vez es un sueño).
Me transporta de regreso a lo extraordinario: a un ascensor cristalino en medio del Paraiso., envuelta de nubes y neblina de color agua.
La única vez que he estado allí, no estuve sola.
Ahí también estaba él, aquel sujeto que solía aparecer en mi sueños, ambos de pie en un diminuto ascensor y tan cerca que era imposible respirar sin crear corriente de aire.
Trato de entender esta especie de mutismo selectivo que me atormenta.
Se me ahogan las palabras en la garganta, o aveces no llegan ahí, las puedo sentir en mi cabeza y al mismo tiempo el bloqueo de ellas. Como una leve corriente en un río, siento que cierro el flujo en la presa detrás de mis ojos.
Aveces me pregunto si la manera en la que hablo es muy rara. Si las palabras que elijo para comunicarme, para construir puentes humanos, son la causa de que no pueda completar esos mismos puentes.
Estoy agradecida por lo que tengo. Muchas gracias por las cosas tan buenas que recibo.
Ayer me han dado muchas bendiciones.
Se suman a las muchas que ya recibo cada día.
Gracias.
No decirlo no lo hace menos real.
¡Este es el post 100!
A otros mundos, a otros horizontes. Este ha sido un hermoso viaje :)
Aquí les dejo esta playlist en la que he estado añadiendo canciones pensando en cómo sonaría un videojuego de Oñoño.
¡Espero que encuentren algo que quieran quedarse en su mundo!
En años recientes mis noches se han llenado con la misma visión: una ciudad de una larga costa, una ciudad de agua y piedra. En mis sueños, me encuentro vagando por sus calles estrechas, flanqueadas por altos edificios de piedra que se alzan hacia el cielo.
En el corazón de la ciudad, una plaza majestuosa alberga un edificio icónico: una escuela de aspecto imponente, con pasillos blancos que se extienden como laberintos y una biblioteca llena de libros que parecen hechos a medida para cautivar mi atención.
En una insospechada noche de luna nueva, en el corazón del barrio de la Dreta del Eixample de Barcelona, nació Catsun de un misterioso huevo oscuro. Visualízalo: una amalgama encantadora entre la dulzura de un bebé humano y la gracia nocturna de un murciélago.
Esta pequeña criatura nocturna tiene unos hábitos alimenticios muy modernos. Catsun se alimenta principalmente de bolsas de Ketchup que se encuentra tiradas por la calle o que dejan descuidados turistas en grandes cadenas de hamburguesas en sus mesas.
Cuando te digo que te amo te quiero decir “puedes volver a mi”
Puedes irte, alejarte, destruirte, renovarte, perderte, reencontrarte.. y también puedes volver a mi.
No importa el estado, la presentación o la apariencia, podrás volver a mi siempre que quieras.
Porque aquí te aceptaré, serás bienvenido.
Mi presencia, un hogar para ti. Tu presencia, fuego para este hogar.
Aveces le doy a la gente un huevo oscuro.
No les digo nada, y ciertamente creo que nadie se lo espera.
Cuando decido que es tiempo de que aparezca otro huevo oscuro, veo a la persona en la cara, extiendo mis manos hacia ellos y espero a que reciban el regalo.
No todos son escogidos por el huevo, y no todos los huevos son escogidos por un humano.
Todo ha empezado hace unas 24 lunas nuevas, quizás más.
Desde que tengo memoria, los sueños han sido una parte esencial de mí y de mi vida. Siempre he experimentado sueños lúcidos, casi a diario. Sin embargo, hace muchos años, tuve un sueño extraordinariamente distinto. Recuerdo que se sentía notablemente diferente a los demás, como si pudiera palparlo en mi piel y en la fluidez del tiempo. Lo más impactante fue el encuentro con una persona que desencadenó una oleada de emociones como nunca antes había experimentado.