Dia Veinticinco
Espero poder dormir. Espero poder dormir y que no me hable nadie. O más bien, espero que me hablen antes de irme a dormir.
Ayer me fui a dormir y me hablaron. Hoy en la mañana al despertar vi dos llamadas perdidas y me emocioné un poco, pensando en que alguien se habría intentado comunicar conmigo por alguna razón.
Y, aunque en teoría cierto, la llamada era de una institución y no de un individio que conociera. Claro está que yo estaba esperando esta llamada y ahora tengo la esperanza de que esta noche vuelvan a hablar. De lo contrario, llamaré de nuevo y me tocará seguir este juego de esperar, perseguir, esperar, perseguir.
Casi como mi vida diurna, excepto que ahí solo espero.
Hoy soñé algo lindo. Vi unos ojos que me gustan mucho. Pero al despertar me encontré sola en una cama ajena, en una habitación ajena, en un mundo ajeno.
El día 25 es casi final del mes, dice mucho de quien lo espera y también de quien lo ignora.
Por mi parte siempre es un día de instrospección, quizás por haber nacido en un día de igual número, quizás porque le intento buscar un significado a cosas arbitrarias cuando no hay nada a que asirse en la soledad.
Lo considero un gran número para contar desde el principio. Desde 0, o desde 1. Desde la nada, desde el infinito.