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Doppel

11/Febrero

Encontré a tu doppelganger

Cada que lo veo, pienso en ti. Es como si el destino hubiera decidido dejarme una copia tuya, una sombra de tu existencia que me acompaña sin tú saberlo. Vivimos en un pequeño pueblo isleño, donde parece que lo único que se mueve son las olas y las escamas de la sirena de piedra en el malecón.

Lo vi por primera vez en el trabajo, poniendo de nuevo libros en el estante. Vi lo que pensé que era tu perfil borrandose por el movimiento al pasar del otro lado del estante.

Tiene la misma forma de cabeza, lo cual es una cosa extraña de decir, pero es cierto. La cabeza, con esas curvas suaves, es una réplica de la tuya. Es como si un escultor invisible hubiera tallado su cráneo con el mismo cincel usado para ti, prestando atención a cada detalle, cada contorno, cada ángulo. En nuestras conversaciones, su voz resonaba como un eco de tus palabras, porque incluso la cadencia, el tono y la vibración parecen del mismo origen que el tuyo.

Tiene el mismo tipo de cabello, ¿sabes? Se forman esas pequeñas espirales cerca del cuello y cerca de la frente, como un caos que siempre encuentra manera de ordenarse. En los días lluviosos, su cabello se eriza como si capturara la electricidad del aire, recordándome las tormentas eléctricas que solíamos observar juntos desde la ventana de mi antigua casa.

La forma de la nariz también es similar. Resbaladilla facial por donde ver gotas deslizarle me haría entrar en un trance.. Es como si la lluvia encontrara su camino perfecto, un tobogán de agua sobre una superficie de marfil. Cada curva, cada línea de su rostro, es una obra de arte que el universo ha querido regalarme, como un cuadro pintado por un artista que conocía todos los secretos de tu alma.

Pero los ojos…

Los ojos son otros…

Estos ojos son una piscina comparada con el mar de tu mirada. En ellos, siento que es beber de una fuente que aumenta la sed. Me puedo engañar pensando que estoy bebiendo y bebiendo, pero entre más bebo por querer saciar la sed de ti y tu presencia, más pronunciada se hace mi avidez por el líquido incorpóreo de la destilación de tu alma. Sus ojos tienen un brillo que atrapa, como estrellas atrapadas en la quietud de un lago nocturno.


03/Marzo

Hoy he intercambiado unas cuantas palabras con tu doppel.

En una inspección más cercana, no se parece taaaanto. Bueno, sí. No son idénticos, seríais más bien como gemelos de dos sacos, mellizos. Pero, ¿sabes? Aunque sea sacarina y no azúcar, se ha sentido dulce y me ha recordado a la caña.

Nos encontramos en el mercado local, comprando mangos dorados. Al principio, nuestras palabras fueron simples cortesías, pero había una corriente subterránea de reconocimiento, un lazo invisible que nos unía.

Su sonrisa, aunque distinta a la tuya, tenía una calidez que me envolvía. Hablamos sobre el clima, sobre el mar, sobre libros. Me contó que trabaja en el faro del este, comunicándose con las naves que se acercan. Cada palabra que decía me hacía pensar en ti, en cómo nuestras conversaciones eran un refugio, un faro en mis propias noches oscuras.


Abril

Hoy es viernes. Es el primer día de la semana que veo venir al doppel. Le he cogido cariño. No sabe que lo veo porque me recuerda a ti. Ahora se ha dado cuenta de que lo observo demasiado, quizás. A veces lo pillo viéndome a mí también. Brevemente hacemos contacto y luego yo pretendo que estaba viendo otra cosa.

Si fueras tú, no sentiría la necesidad de voltear la mirada. Me dejaría hundirme sin ahogarme, sin necesidad de respirar porque todo lo tengo. Ahogarse en una piscina oscura, agua negra…

Ha dejado unos libros en su estación de trabajo, que como todo en esta isla, parece que se queda suspendida en el tiempo. Sentí que me habían dejado carnada en una trampa tan perfecta en la que, a lo mejor, también quería caer. Al día siguiente de ponerlos, ha dejado de venir. Quise pasar por ahí dispuesta a sorprenderme, tolerante a decepcionarme, pero había personas alrededor que no quería estuvieran allí.

La estación de trabajo del doppel está en un rincón tranquilo de mi biblioteca (le digo mía porque trabajo aquí, mas no me pertenece),cerca de las ventanas altas. A simple vista, la colección de libros dejada se veía ecléctica, juzgando solo a los libros por las borrosas portadas.

Quería poder darme mi tiempo para observar bien el contenido y pensarlo, sin ser observada y sentir que tengo que apresurarme para saborear algo perfecto.

Al tercer día de su ausencia, y de observadores circundantes, me he acercado sin pensarlo al llegar a mi lugar de trabajo. Sorpresa para mí, efectivamente. Una colección de libros infantiles, que al verlos solo me ha dado un sentimiento de corazón de chocolate derretido, libros de escalada (<3) y de entrenamiento.

Libros de ciencia del deporte, supongo. No sé en qué categoría cabrían. Cada uno de ellos parecía contar una historia sin que tuviera que leer una sola palabra de su contenido.

Aunque sea tu doppel, aunque cada cosa que haga me haga pensar más en ti, le estoy cogiendo su propio cariño. Si los dos fueran un queso suizo, aquel de los huecos, el doppel vendría siendo lo que llenaría los huecos, tú siendo el queso principal. Creo que al final, cuando te vuelva a ver, descubriré que no es hueco de ningún queso, sino su propio queso en sí, que casualmente llenaba otro vacío, uno en mí.


Mayo

Hoy el doppel se ha ido de la isla. No hubo despedidas, no hubo palabras finales. Simplemente desapareció.

Me había dicho que regresaría en tres meses. Al parecer, se fue con alguien más, aunque no sé con quién. Me lo comentó en una conversación apresurada, donde sus palabras parecían tener más información que la que transmitía, pero tampoco tenía deseos de preguntar más.

Hablamos porque me acerqué a invitarlo a comer. Dijo que lo dejáramos para cuando volviera, pero nunca volvimos a vernos ese día. Se fue sin que yo pudiera verlo partir, dejándome con la sensación de una promesa rota, de un encuentro que nunca se concretó.