He visto mis manos en un sueño
Alguien me dijo que puedes descubrir aspectos de ti y tus vidas pasadas si observas tus manos en un sueño. Desde entonces, mis propias manos me eludían en todos los sueños que había tenido, hasta ayer.
Lo más peculiar de las manos que encontré en el sueño de ayer fue una cicatriz (o una mancha) en la mano izquierda. La diferencia de tamaño y el tono ligeramente más tostado de la piel quedaron en segundo plano mientras mi atención se centraba completamente en aquella cicatriz.
Aunque la visión duró apenas unos segundos, puedo recordar varios de los detalles que rodeaban al sueño.
Me encontraba en una isla (como en muchos otros sueños), subiendo por un sendero verde hacia una parte más alta. Me detuve una vez que la vista se despejó y volví la mirada hacia el mar. El cielo estaba gris, las nubes mostraban signos claros de que se acercaba una tormenta o tal vez incluso un tifón. Incluso juraría haber visto algunos remolinos estacionados en el mar a lo lejos.
En la parte más alta del sendero me esperaba una delgada mujer joven con el cabello oscuro y lacio, grandes ojos y una sonrisa igualmente amplia, de un color rojo grosella. Por la expresión en su rostro, podía percibir que me estaba esperando con una mezcla de ansia y dulce expectación. Definitivamente nos conocíamos desde hace mucho tiempo.
Actuaba por instinto, con la noción de que sabía qué debía hacer, pero al mismo tiempo estaba alerta, analizando todo lo que ocurría para encontrar una respuesta que satisficiera mi curiosidad acerca de dónde me encontraba y qué estaba haciendo.
Curiosamente, lo único de lo que estaba segura era de que yo era yo, a pesar de que no sentía que tuviera el mismo cuerpo y no se comportaba como lo hace el mío cuando estoy despierta. Aun así, me movía con naturalidad en aquel cuerpo que sentía más alto y ágil que el mío actual.
No puedo recordar con claridad los diálogos y las conversaciones entre esta mujer y yo, pero sí puedo recordar que ella me entregó una carta de alguien a quien yo quería mucho. La carta contenía varios párrafos escritos en letras delgadas y negras, pero, por más que intenté enfocar mis esfuerzos en leerla, no pude reconocer ni una sola frase de esta carta tan importante.