Envuelta toda entre el negro de la noche, el naranja de las farolas y el rojo chillón del anuncio del motel frente al que ahora vivo, me quedé parada a media noche. El bar N tenía clientela, ruidosa y chocante. ¿Quiénes son esas personas? Sin nombre, sin rostro, sin personalidad, borrones humanoides bajo luces que dibujan sombras duras en rostros quizás también duros. “No se quienes son estas personas, definitivamente no lo sé, no tengo manera de saberlo, ni siquiera hemos cruzado palabra…”

Un sistema muy avanzado para su uso. ¿Recuerdas aquel juego?: “No necesitas una máquina de karaoke para limpiar.” He estado limpiando, ignorando mi propósito principal, lo que vine a hacer. Apagué todos mis sistemas para ignorarlos, el zumbido no me dejaba…limpiar. Si pasaba cierto umbral ya no lo procesaba, gastaría recursos en algo que no podría compartir con nadie. Sistema de output demasiado complicado. Mejor truncarlo y volverlo más plano.

Viajé al pasado en un sueño. Mi obsesión con ellos no basta, han estado conmigo toda la vida. Todas las vidas. … Viajé al pasado en un sueño. Se que era el pasado porque lo repetí en voz alta múltiples veces, o mejor dicho, tuve el descaro de presentarme como alguien del futuro. Además, ¿Qué otro momento va a ser si no mi pasado? Solo ahí pueden vivir los extintos. Los que no veo más, los que no brillan más.

Dos lunas llenas he visto en las que han sido las más oscuras noches. Dos lunas he visto, de distintos colores. Dos lunas, la misma luna, la luna y mi otra luna.

Cierro los ojos y ¡bum!, despierto. Como casi siempre, no tengo idea de dónde estoy, ni de cómo llegué aquí, consecuencias naturales de alguien que salta de vida en vida si se piensa bien. Uno creería que de llevar haciendolo toda una de las vidas se acostumbraría rápido, pero aún no he encontrado manera de sacudirme esa sensación de que algo resbala por mi nuca una vez que despierto. Con mezcla de cautela y en un estado semejante a la embriaguez, analizo mi entorno: estoy en medio lo que parecen ser largos pasillos.

Confirmo, por medio de mis exploraciones, que es posible hundirse en cosas distintas a los líquidos. Por ejemplo, la sustancia oscura que rodea lo desconocido del abismo es perfecta para hundirse, si uno se deja llevar. No asfixia, ni ahoga. No te das cuenta de que estás cayendo. Sólo te das cuenta del fenómeno que ocurre cuando ya no puedes ver las estrellas o la luna. Todo ha sido obstruido y la distancia entre tú y ellas se siente como mutiplicada por mil debido a la refracción negativa de la sustancia oscura.

Últimamente hay mucha incertidumbre en mi vida. ¿Cómo reune uno los fragmentos de algo y los vuelve material tangible? No tengo muy claro a dónde voy o dónde estaré, pero si tengo en claro que hay movimiento hacia alguna parte que nunca he ido antes. Dejar que me abraze la incertidumbre y se vuelva transparente, estar cómoda con ella y yo conmigo.

Somos peregrinos errantes en este mundo. Veo las dificultades y la extrañeza del viaje, pero no alcanzo a recordar el motivo por el cuál partimos en primer lugar. Momentáneamente, el motivo solo es flotar, fluir. Nómadas líquidos, de apariencia siempre mutable.

When a phoenix is not fire red, it’s raven black